El Carnaval siempre fue mi fiesta favorita de pequeña:
pensar en el disfraz, diseñarlo y fabricarlo estaba bien pero lo mejor de todo
era poder salir a la calle con las pintas que te diera la gana sin llamar la
atención.
En casa tenemos una caja dedicada a los disfraces: gorros
viejos, telas, accesorios varios, alguna peluca, sombreros. Casi todo cosas que
hemos ido acumulando con los años.
M no le hace mucho caso a esta caja, salvo cuando viene
alguna amiga o amigo a jugar al que sí le gusta disfrazarse. Entonces él
también se anima y juegan un rato. Así que creo que no ha heredado el gusto por
el disfraz que tenía yo :)
Aún así, no desisto y sin presiones le voy enseñando el
gusto por vestirse a lo loco. Sobre todo ahora que vivimos en una ciudad donde el
Carnaval se vive con mucha intensidad.
Hace un par de años escribí en el blog sobre las razones por las cuales me gusta disfrazarme y hoy me gustaría hablaros de cómo
disfrutar más de estas fiestas si tenéis niños pequeños.
Lo primero, no obligar
El año pasado, M estaba en la escuela infantil y no quiso
disfrazarse para la fiesta de carnaval. Me dio mucha pena pero no insistí ¿qué
sentido tiene una fiesta si lo va a pasar mal? Así que su padre y yo no pusimos
nuestro traje de piano y le llevamos el suyo en una bolsa por si se animaba.
Al llegar, era el único que iba sin disfraz…pero no el único
que no quería llevarlo. Escuché a varios padres decir que habían obligado a su
hijo a ponérselo o que lo tuvieron que sobornar con chucherías. Mi boca cerrada,
por supuesto pero en ese momento mi cerebro pensaba: ¿Tan grande es el miedo a
ser diferente que no podemos dejar que nuestros hijos se disfracen o no?
Hacer los disfraces en familia
Es uno de mis recuerdos favoritos de cuando era pequeña: mi
padre ayudándome a hacer un disfraz con unas cajas de cartón y unos vasos de
plástico.
Aunque no le guste luego ponérselo, a M sí le gusta
participar en esta actividad así que este año repetiremos con el momento
familiar. Tampoco hace falta tener grandes dotes para las manualidades. De
hecho, se puede uno disfrazar sólo con ropa vieja y un poco de imaginación.
O si no sois mucho de los disfraces hechos en casa, ahora hay webs donde los venden ya hechos, o incluso complementos muy chulos para
completar el atuendo, como esta tienda online de disfraces donde puedes encontrar de todo. El caso es compartir un rato juntos.
Que cada uno elija de qué va disfrazado
O si queréis ir todos iguales, que sea una decisión
consensuada entre todos.
Creo que la gracia de la fiesta es que, por un día al año,
cada uno puede ser lo que quiera.
Una vez le pregunté a un amigo de qué iba disfrazado
(llevaba una chaqueta de cuero rosa, una boa lila a modo de bufanda, unas
mallas de andar en bici y unas botas de agua). Me dijo que no iba de nada. Sólo
se vistión como le gustaría salir vestido todos los días del año pero que el
pudor no le dejaba.
Esto es la esencia del Carnaval: olvidar las reglas de
vestuario e ir como quiera cada uno.
Disfrazarte tú
Como siempre, la mejor forma de que tu hijo disfrute con
algo, es que tú también lo hagas.
Ocurre con la lectura, la cocina, las manualidades, etc. así
que lo de los disfraces no iba a ser menos. Pero si no te gusta disfrazarte, no
pasa nada, no lo hagas (aplícate la primera regla) porque el Carnaval está para
pasarlo bien y si uno lo pasa mal, ya no es Carnaval :)
¿Y tú? ¿te vas a disfrazar este año?
¿Te gustaría dejar de gritar y castigar a tus hijos?
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El carnaval es una de las mejores fiestas. Lo que dices es cierto. no hay que obligar a nadie a disfrazarse ni a pintarse la cara. que se ven de cada lloro por ahí.
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