¡Mamá, mírame! ¡Papá, estoy aquí, mira! ¡Mira cómo lo hago! ¡Mírame, mírame! Voy a hacerlo y tú me miras ¿vale?
¿Alguna vez tus hijos han dicho alguna de estas frases u
otra parecida? Sí ¿verdad? ¿Te has preguntado alguna vez por qué esa necesidad
de los niños de que los miren tanto?
La mayoría de la gente piensa que lo que les ocurre es que
les gusta llamar la atención. Esto, aparte de ser un una calificación negativa
hacia un acto espontáneo del niño, se queda en un nivel muy superficial.
Así que tienes que ir más allá y ponerte en el lugar de tu
hijo cuando reclama tu mirada. Ojo, fíjate que reclama una mirada, no una
palabra. En principio, el ¡mírame! espontáneo no exige una respuesta verbal, un
“muy bien” sino que sólo pide que lo mires.
Si tu respuesta es un muy bien sin ni siquiera levantar la
mirada, no habrás hecho lo que te estaba pidiendo y seguramente te lo vuelva a
decir con más insistencia. En este post de hace unas semanas escribí sobre qué alternativas puedes dar al “muy bien” para que la relación con tu hijo sea másgenuina.
El caso es que, aunque no suelas decir muy bien, tu hijo te
va a pedir que lo mires en algún momento. ¿Qué está necesitando entonces? Algo
tan básico que sin él, tu hijo no sobreviviría.
Te necesita a ti, a su tribu.
Los seres humanos somos una especie social, no podemos
crecer en soledad de manera saludable. Necesitamos al otro para desarrollarnos
correctamente. En definitiva, necesitamos que nos miren.
Cuando tu hijo pide que lo mires, te está pidiendo ayuda
para construir su personalidad, para que le des seguridad o para compartir su
alegría. La autoestima crece en función de las miradas ajenas, somos lo que nos
dicen que somos.
De la misma manera que un bebé llora para que lo cojan
porque necesita un contacto más estrecho con sus padres, un niño pide que lo
miren porque necesita conectar con alguien en ese momento.
Puede ser porque está en un sitio que no sabe si es peligroso o no y necesita una valoración por tu parte o porque ha conseguido algo de lo que está orgulloso y quiere compartirlo contigo.
Así que más que llamar la atención, lo que quiere tu hijo es
conectar contigo, que le des algún cimiento para ir construyendo su propia
personalidad. Digamos que tu mirada son como los ladrillos de su casa.
Y después de esto, me voy un poco a la parte práctica del
asunto. No pretendo que lo estés mirando siempre, ni siquiera cuando él te lo
reclama (si estás haciendo la cena, igual es él el que tiene que esperar) y tu
hijo no se va a traumatizar por ello.
El objetivo del post es que vayas eliminando de tu
vocabulario la expresión “llamar la atención” porque, aunque no es falsa, tiene
una connotación peyorativa importante hacia lo que hace tu hijo.
Cuando él te pida que lo mires, no lo menosprecies. Si no
puedes, explícale el por qué y si puedes, hazlo. No te va a llevar más de unos
minutos y a él le van a servir de mucho.
Se va a sentir querido, observado. En definitiva, se va a
sentir como alguien que merece la pena.
Insisto, no hace falta que digas nada extraordinario, basta
con una mirada, una sonrisa o un decir: sí, te estoy mirando.
Ya ves que si nos vamos al fondo de la cuestión, las cosas
son más sencillas de lo que te imaginabas ¿verdad?
¿Te gustaría dejar de gritar y castigar a tus hijos?
Suscríbete y consigue gratis la guía donde explico mi método para encontrar soluciones a los problemas de crianza.
Ay, pues sí, es que evidentemente hay que mirarles, observarles, comentar lo que hacen. A los adultos también nos gusta que lo hagan con nosotros así que a ellos...
ResponderEliminarClaro, se dice que somos seres sociales por algo ¿no?
EliminarEstá claro que somos seres sociales ya que los adultos también parecemos necesitar la valoración de los demás y "llamar la atención" de nuestros congeneres de una manera u otra.
ResponderEliminarPor eso, hay que aprender a "llamar la atención" de una manera saludable ;)
Eliminar