Hace unos años atendí de urgencia en mi centro de salud
mental a una mujer que llevaba tres días casi sin comer, sin dormir sin parar
de pensar una y otra vez en lo mismo. Había acudido a su médico de cabecera y
éste le había hecho un volante urgente para acudir a salud mental.
Estaba así porque su pareja le había dejado hacía tres días,
de una manera poco delicada.
En aquel momento me pregunté ¿qué ha visto de raro el médico
para enviarla aquí? ¿cómo piensa que debería sentirse?
Esta paciente (más bien el médico) siempre me viene a la
cabeza cuando quiero hablar de inteligencia emocional.
Vivimos en un mundo que le tiene alergia al sufrimiento: un
mundo en el que la gente ya no está triste sino deprimida y que cuando lleva
así tres días, los médicos corren sin falta a recetar medicación para levantar
el ánimo y los familiares no paran de decir: “no pasa nada, anímate.”
Lo peor es que no es algo exclusivo de los adultos, ya desde
bien pequeños nos enseñan que no está bien pasarlo mal y que las emociones
desagradables son algo de lo que hay que huir, como si fueran una enfermedad.
Educamos a nuestros hijos en este pánico al dolor de manera
sutil, casi sin darnos cuenta con frases del tipo:
No ha sido nada.
No hay por qué enfadarse por esto.
Venga, ya pasó, no te pongas así.
O mi favorita:
No llores que te pones muy fea cuando lloras.
Frases que lo que transmiten es que lo que están sintiendo
en ese momento (rabia, dolor, tristeza) está mal y que no deberían sentirse
así. De esta manera crecen con este pensamiento en la cabeza y no aprenden a
gestionar estas emociones desagradables. Aprenden que están mal pero no saben
qué hacer con ellas.
Te pongo un ejemplo para que lo veas mejor. Imagina que tu
hijo está muy contento, no para de reírse y de hacer bromas, y vas tú y le
dices:
Venga, ya pasó, no te rías más que te pones muy feo.
Absurdo ¿no? ¿Por qué? Porque le estarías censurando su
emoción, en este caso la alegría, de manera radical.
Pues esto mismo hacemos con las emociones desagradables: las
censuramos y las reprimimos.
¿Cómo puedes hacer entonces?
En primer lugar,
reflexiona: ¿Eres de las que huyen de la tristeza o de la rabia? En
mayor o menor medida, estas frases que puse arriba tan de p(m)adres no son más
que un reflejo de nuestra propia incapacidad para gestionar estas emociones en
nosotros mismos.
Seguro que no te gusta ver sufrir a tus hijos. Pero si sabes
que el sufrimiento forma parte de la vida y no como algo terrible que hay que
evitar a toda costa, tu forma de actuar será diferente.
Esta primera parte requiere de un trabajo interno: no puedes
ayudar a nadie si tú misma estás herida. El primer paso es considerar la
tristeza como algo natural que forma parte de la vida.
Éste es el paso más importante ya que si lo consigues, el
resto vendrá solo. A partir de entonces, cuando veas a tu hijo llorar, te
dolerá igual pero sabrás que tienes que sobreponerte a ese dolor para enseñarle
a él a gestionarlo.
Ya no querrás que deje de llorar sólo para calmar tu propia
angustia. Te pondrás en su lugar y le guiarás para que él mismo aprenda a
nombrar su dolor y a que busque formas de calmarse.
No verás el llanto como algo malo sino como una expresión más
de las emociones, a la altura de la risa.
Harás entonces un acompañamiento donde tú te limitas a hacer
preguntas y a nombrar lo que le ocurre:
¿Estás bien?
Estás muy enfadado porque… ¿verdad?
¿Quieres un abrazo?
¿Ya estás mejor?
No puedes evitar el sufrimiento de tu hijo. De hecho,
negándoselo lo único que conseguirás es que no aprenda a gestionarlo.
En tu mano está enseñarle este secreto. Estoy segura que si
dejamos de evitar estas emociones, el mundo será un lugar mejor.
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Hace algo más de 2 años, sufrí un aborto espontáneo. El caso es que hablando con una amiga de como me sentia y de que mucha gente intentaba evitar el tema o quitarle importancia, me dijo una frase que se me quedó grabada. Me dijo que el problema es que vivimos en una sociedad triunfalista donde solo compartimos lo bueno y no sabemos como gestionar lo malo (tanto lo propio comoblo ageno).
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, me he encontrado con mucha gente a la que no se le ha permitido tener un duelo y sentían la tristeza como algo malo, como una enfermedad
EliminarTotalmente de acuerdo. La tristeza es necesaria, es saludable sentirla siempre que no sea algo crónico creo yo. Y todo lleva su proceso.
ResponderEliminarEs cierto que como no nos gusta verles sufrir... En mi caso lo que me incomoda es que "llore" para pedir algo pero entiendo que aún no tiene un buen lenguaje aunque, la verdad, intento rectificarle diciéndole cómo hacerlo porque no me parece bueno que confunda expresiones de emociones y que se acostumbre a eso. Me planteo mucho si me equivoco ahí, la verdad.
Llorar es la primera forma de comunicación, nunca lloran porque sí o sin motivo. Tal vez no lo sepamos en el momento pero las lágrimas de cocodrilo son para los cocodrilos. Con el tiempo, pasan a comunicarse de otra forma
EliminarCreo que tienes toda la razón y que primero los adultos debemos aprender a gestionar nuestras emociones para poder ayudar a nuestros hijos con las suyas. Claro que sobre el papel parece más fácil de lo que realmente es ;)
ResponderEliminarNo es nada fácil, sobre todo cuando nadie nos enseñó de pequeños, pero todo se puede aprender
Eliminar"No llores que te pones muy fea cuando lloras." Cada vez que le dicen eso a Mara me explota una vena.
ResponderEliminarGran post, Cristina. Me ha encantado.
¿A que la gente está más guapa callada? XD Gracias a ti por comentar
EliminarEs curioso, yo soy una persona muy consciente de la necesidad de desahogarse. Yo cuando necesito llorar, lloro, y cuando alguien me dice "no llores, no es para tanto" o me miran con tristeza e intentan consolarme yo les explico que necesito llorar. Que eso no significa que yo vea una tragedia en lo que me ha pasado, simplemente que es mi forma de gestionarlo. Casi nadie lo entiende. Con mi hijo reconozco que le digo las primeras frases (no la de que está feo, aunque a veces lo pongo delante del espejo para que se vea, jeje, cuando ya casi se le está pasando y está a punto de reírse). Sin embargo, a pesar de usar esas frases, lo hago con una voz con la que intento tranquilizarlo mientras le abrazo y le explico (por ejemplo un día que lloraba porque su amiga no quería jugar con él yo le explicaba que "no pasaba nada", que era algo normal, que él a veces tampoco quería jugar con otros niños y era normal que ese día ella no quisiera llorar con él, que podía jugar conmigo...) Pero supongo que intentar evitar esas frases no estaría de más ;) De todos modos tengo la impresión de que si queremos y somos capaces incluso podemos no decir nada (digo si somos capaces porque a veces parece que nos cuesta, o al menos a mí, no decir nada), porque a veces lo único que necesitan es que los abracemos.
ResponderEliminarSi no sabemos qué decir es mejor no decir nada pero cuando se trata de niños pequeños, les ayuda mucho el que nombremos la emoción por la que están pasando
EliminarMuy buen post. Todos tenemos derecho a sentirnos tristes o mal en un momento determinado. Por mucho que nos digan no cambiará nuestra situación pero intentar arreglar con pastillas un desengaño amoroso o de cualquier índole porque llevamos tres días tristes, llorando... A mí es que no se me pasa por la cabeza ir al médico por eso y como todos también he pasado por momentos malos pero creo que una pastilla es un auto engaño. Los momentos chungos hay que pasarlos y ser conscientes de que nuestros hijos también los tendrán.
ResponderEliminarMuy buen post. Totalmente de acuerdo.
Lo grave no es que uno vaya al médico por sentirse triste, lo terrible es que el médico no detecte que lo que le ocurre forma parte de la vida y le recete algún medicamento.
EliminarEs lo que se dice wn libros de psicología "validar sus emociones". Estoy totalmente de acuerdo. Con mi hija de 19 meses aún no veo resultados pero la prueba la hice con la hija de una amiga que tiene 7 años, se cayó de la bici y encima su madre se puso a reñirle, la niña harta empezó a gritar a su madre que la dejara en paz, pues luego no quería hablar con nadie. Fui a ella y le pregunté si estaba mejor, ( seguía llorando) y le dije " estás enfadada por como se ha puesto mamá, verdad?" ahí paró de llorar y empezó a hablar conmigo. Al ver su madre que conmigo hablaba se acercó y empezó a hablar con ella y yo me fui.
ResponderEliminarAunque se puede hacer desde pequeños, normalmente los resultados "más espectaculares" se ven a partir de los 4 o 5 años cuando los niños son más conscientes de su vida interior.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuenas tardes. Me ha gustado mucho la entrada, me parece un tema muy interesante. Me plantea la siguiente pregunta: si la primera manera de expresar es el llanto, qué pasa si no se supera esa fase, es decir, si hay personas que siguen llorando para expresarse en la edad adulta? Gracias
ResponderEliminarTodo el mundo que adquiere la capacidad de hablar, supera esta fase. Otra cosa es que por circunstancias, el llorar en adultos les siga siendo útil o, al intentar controlar no llorar, acaben inundados por las lágrimas.
EliminarNo sé si te he respondido, si necesitas más información, puedes escribirme al email contándome el caso en concreto en el que piensas
Muy buen post Cristina!!!.Todos necesitamos ser mas comprensivos sobre todo con los peques. No es malo llorar, hay que estar ahi y acompanar el llanto,que nuestros hijos sepan que estamos en las buenas y las malas.Si es cierto que estos sentimientos se respetan mas en los adultos y menos en los chiquillos, que siempre se menosprecia su dolor o se lo confunde con un capricho. Saludos. Silvana
ResponderEliminarCada vez hay menos respeto hacia el llanto en los adultos. Los duelos duran 24/48 horas y a partir de ahí la gente ya empieza con el vamos, tienes que hacer cosas, ir al cine, etc.
EliminarPero sí es cierto que el llanto de los niños es muchas veces motivo de risa y de menosprecio, algo que no ocurre con el de los adultos.