¿No te ha pasado? Tienes un niño encantador, guapo,
inteligente y simpático pero cuando se enfada se convierte en un ser
insoportable, que todo lo dice a gritos y no atiende a razones.
Bueno, siento decirte que el niño no cambia, ese ser
insoportable también es el hijo maravilloso. Sólo que se vuelve así cuando sus
emociones se desbordan.
Imagínate que en la cabeza de tu hijo hay un embalse con
agua. Mientras el agua esté dentro de los límites, todo va bien. Pero hay a
veces que se desborda, el agua lo inunda todo y ya no puede pensar. Es ahí
cuando aparece la rabieta.
Con los años, el embalse no desaparece y los adultos también
nos desbordamos a veces. Lo que ocurre es que con el tiempo aprendemos a sacar
el agua de manera más progresiva para que no nos desborde con tanta facilidad.
Los expertos llaman a esto “estrategias de afrontamiento al estrés”. Maneras de
abrir las compuertas del dique de manera controlada.
Tipos de rabietas
Hay artículos que hablan de dos tipos de rabietas: las
instrumentales, que son las que utiliza el niño para conseguir algo y las
emocionales que son aquellas en las que el niño se ve desbordado.
La diferencia estaría en que las primeras terminan cuando
consiguen lo que quieren y las otras no.
La verdad, yo no estoy de acuerdo en esa distinción. Para mí
una rabieta no es más que una emoción elevada a la máxima potencia. Es más, me
parece peligroso esta distinción porque parece que hay una intención de
enfadarse por parte del niño en el caso de las instrumentales.
El famoso “pues ahora me enfado y no respiro”
Estos expertos que hablan de las dos rabietas dicen que a
las primeras, las instrumentales, hay que ignorarlas mientras que en las
segundas hay que acompañarlos.
De verdad, distinguir entre una y otra en esos momentos me
parece un trabajo extra innecesario. Además, el riesgo es que al final los
padres terminen por ignorarlas todas porque “siempre son por algo.”
Efectivamente, las rabietas suelen ser siempre debidas a
algo: la frustración. Me da igual que la frustración venga porque no le salió
el puzzle o porque quiere caramelos.
La frustración es frustración. Es un sentimiento que hay que
aprender a manejar a medida que crecemos. Lo bueno es que los padres podemos
ayudar mucho a nuestros hijos con esta tarea.
Dicho esto ¿qué pensarán nuestros hijos si a veces ignoramos
su frustración y otras no? Vaya lío.
¿Por qué no tratar a todas las rabietas por igual?
Qué hacer ante una rabieta
Hay una palabra que se te tiene que quedar grabada a fuego
para poder actuar cuando aparece una rabieta: CONTENCIÓN.
Siguiendo con la metáfora del embalse desbordado, contener
sería trabajar duro para hacer surcos que desviaran el agua y la condujeran de
nuevo a su sitio. ¿Cómo se traduce esto al día a día?
Contener es:
- Estar presente.
- Mantener la calma (si nosotros nos desbordamos poca ayuda podemos dar).
- Abrazar si el niño nos deja.
- Sujetar si vemos que se pone en peligro.
- Nombrar lo que está sintiendo y por qué: “estás muy enfadado porque no te compramos los caramelos.”
Contener NO es:
- Decirle “no llores más”.
- Darle todo lo que pide para que pare.
- Razonar con él (eso viene después).
A veces la contención consiste en entrar en una especie de
bucle en la que el niño no para de llorar y nosotros decimos siempre lo mismo,
o dejamos de hablar y le abrazamos sin más.
Para mantener la calma cuando estás en ese bucle te puede
servir de ayuda centrarte en cómo huele tu hijo, su tacto, su pelo, etc.
Fijarte en esos detalles te permite desviar un poco la atención de la rabieta
evitando que te desborde pero al mismo tiempo tu hijo te sentirá presente,
porque seguirás centrándote en él.
Ojo, esto se trata de un ejercicio interno, no hay que
decirlo en voz alta. Las palabras que
salgan de tu boca en ese momento tienen que estar dirigidas siempre a lo que el
niño está sintiendo.
Aunque en realidad, en la contención las palabras no son tan
importantes como los gestos ya que cuando un niño está en plena rabieta, muchas
veces lo verbal no le llega debido a que está demasiado desbordado como para
recibirla.
Una vez que las aguas vuelvan a su cauce es el momento de hablar y de reflexionar, pero no antes.
¿Tú que haces cuando tu hijo tiene una rabieta?
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Ahora mi pequeña está en plena época de rabietas con 19 meses que tiene. Lo que hago si con desviar su atención no consigo que se calme, que normalmente funciona, es de risa fácil, siempre valido sus emociones diciendo " sé que estás enfadada por ..., poco a poco se va calmando y ya está. Y para no desbordarme, me pongo en su situación y recuerdo que yo también fui bebé o niña .
ResponderEliminarEso que haces es lo que yo llamo contención :)
EliminarAhora mi pequeña está en plena época de rabietas con 19 meses que tiene. Lo que hago si con desviar su atención no consigo que se calme, que normalmente funciona, es de risa fácil, siempre valido sus emociones diciendo " sé que estás enfadada por ..., poco a poco se va calmando y ya está. Y para no desbordarme, me pongo en su situación y recuerdo que yo también fui bebé o niña .
ResponderEliminarContención, contención, contención... Qué aparentemente fácil. Y qué difícil a la vez. Genial post, compañera.
ResponderEliminarDe fácil nada, pero a veces ayuda tener un mantra, algo que decir tipo: estás muy enfadada, estás muy enfadada.
EliminarYo primero tengo ganas de matarme (sobre todo si tiene una tras otra,, por ejemplo cuando juega con bloques de construcción y fabrica torres que se le vuelcan) y luego veo que trato de hacer lo de la contención ¡pero sí trato de razonar en ese instante! Como no funciona, lo dejaré para después como comentas.
ResponderEliminarSí, en esos momentos es inútil razonar porque su cabeza está desconectada, hay que esperar que vuelva a la normalidad para poder hacerlo. Ya me contarás qué tal te fue
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