Ya lo dije hace tiempo: es difícil que un bebé
entienda el significado de la palabra NO y que cuando le digamos algo como No
te subas al sofá, lo que estamos activando en su cabeza es el impulso de
subirse al sofá.
Su cerebro no está preparado para traducir la
negación y parece que lo único que entienden es “súbete al sofá”. De ahí la
expresión: parece que cuanto más se lo digo, más lo hace. Pues sí, es
exactamente así pero se debe más a una inmadurez del cerebro que a unas ganas
de tomarnos el pelo como piensa la mayoría.
De ahí que la mejor forma de evitar que se
suban al sofá o a que metan los dedos en el enchufe es la prevención y luego la
distracción. Al menos hasta que su cerebro esté lo suficientemente maduro como
para aceptar una orden negativa.
Sin
embargo, a medida que crecen (y lo hacen rápido), digamos que el cerebro ya es
capaz de inhibir una conducta ante una orden externa. Ya pueden hacernos caso.
Parece que el proceso de maduración ha terminado y por fin nos vamos a
entender.
Casi. Justo en el momento en que aprenden qué
quiere decir que no, también aprenden ellos a decirlo y a marcar sus propios
límites. Pueden pasar un período en el que viven con el no en la boca.
Es un momento muy delicado para toda la
familia y la crianza pasa al siguiente
nivel: la negociación y los pactos.
Pactos, premios y castigos
Hay una línea muy fina entre un pacto y un
premio o un castigo. Tan fina que a veces es difícil ver la diferencia.
Podíamos hablar mucho del tema pero para mí
hay una diferencia fundamental entre los pactos y los premios:
Un pacto es un acuerdo entre ambas partes mientras que un premio es una decisión unilateral.
Para llevarlo al extremo: si quieres que tu
perro deje de hacer pis en la alfombra, no puedes pactar con él que cuando se espere
al paseo para hacer sus necesidades, tú le darás una salchicha. Lo máximo a lo
que puedes aspirar es a premiarlo cuando haga la conducta adecuada. Pero eres
tú quien decide cuál es la conducta adecuada y qué premio le vas a dar. El
perro no tiene ningún poder de decisión.
La elección del ejemplo no es casual, en casa
bromeamos con el tema de los premios y los castigos llamándolo “adiestramiento
infantil.”
Lo que quiero decir con esto es que con niños
muy pequeños (menos de dos o tres años) no existen los pactos y lo mejor para
evitar caer en los premios es utilizar la prevención y las consecuenciasnaturales.
Si veis que vuestros hijos ya están preparados
para razonar y aceptar normas (ya digo que antes de los tres años es complicado
pero puede haber excepciones), podéis empezar a pactar ciertas cuestiones de
convivencia.
No será fácil al principio porque se les
olvidará con frecuencia y habrá que sacar la paciencia infinita para recordar
la norma una y otra vez.
¿Cómo recordar una norma para que funcione?
El cerebro humano piensa en positivo. Como
dije al principio, la negación, el NO, es un concepto que se aprende, una orden
que el cerebro debe traducir.
Una frase en negativa es más difícil de
procesar que una positiva. Cognitivamente es mucho más compleja porque el
cerebro tiene que traducir esa negación en una afirmación para poder
comprenderla.
Un ejemplo. Lee la siguiente frase en voz
alta:
Hasta que no parpadees dos veces, no sigas leyendo .
Ahora lee lo siguiente:
Cuando te saques la lengua, puedes seguir leyendo.
Si pudiéramos medir el tiempo que has tardado
en comenzar a parpadear y en sacar la lengua, seguro que has sido mucho más
veloz con la segunda orden. ¿Por qué? Pues porque está escrita en afirmativo y
no en negativo.
El cerebro procesa en positivo, por eso,
cuando nos enfrentamos a una orden negativa, primero tenemos que “traducir” lo
que no podemos hacer en lo que sí tenemos que hacer.
Si esto nos pasa a los adultos, ni te cuento a
un niño que apenas ha comprendido el significado de la palabra no.
En conclusión, la mejor forma de recordar una
norma y que el niño la interiorice es decirla siempre en positivo:
Cuando recojas los juguetes, leemos el cuento, en vez de: hasta que no recojas tus juguetes no leemos el cuento.
¿Probáis a hacer este cambio y me contáis los
resultados?
¿Quieres mejorar tus relaciones familiares?
Suscríbete y consigue gratis la guía donde explico mi método para encontrar soluciones a los problemas de crianza.
Cuanta razón. Aquí cuando ya le decimos que no porque no ha servido lo anterior, se echa a llorar, es oír NO Y le sabe a rayos. En cambio si se lo decimos de otra manera nos la llevamos a nuestro terreno. Pero hay días que no tengo paciencia para tanto. Ya entiende y negocia, y es una negociación la vida. Tengo que rebuscar entre tus post, a ver si tienes algo de como reaccionar cuando un niño (el tuyo) pega o empuja a otro. Voy a contártelo en Twitter espera a ver si me puedes ayudar. Bss
ResponderEliminar¿Cómo fue al final la historia de los empujes? ¿Conseguiste solucionarla?
EliminarMi bichilla aun está en fase de poco razonar, pero sí hemos descubierto que cuando no quiere hacer algo, podemos pactar que justo después de eso haremos lo que quiera ella. Por ejemplo: primero cambiamos el pañal y después jugamos con Pocoyó. Y así con todo. parece que incluyendo la palabra después lo acepta todo.
ResponderEliminarHasta que aprenda la palabra "primero", entonces ya va a ser más complicado porque lo suyo lo va a hacer primero y luego claro, le va a costar cambiar para lo que nosotros queremos. ¡Ánimo!
EliminarEste post me lo podrías haber escrito hace un año, compañera :-D ¡Muy interesante!
ResponderEliminarNunca es tarde, además lo he escrito pensando en niños algo mayores también :)
Eliminar