Hace tiempo hablaba de la necesitad de aprender a delegar,
de no luchar una sola todas las batallas del día a día.
Ahora bien, ¿cuáles necesitamos pelear y cuáles no? En
concreto, con el tema de los niños, no me gusta emplear la palabra batalla
porque en realidad no somos ellos contra nosotros. Las batallas implican luchas
por el poder y no entiendo la crianza de esta manera.
En la educación de los hijos no debería haber vencedores ni
vencidos sino más bien pactos y acuerdos donde todos ganen. Más diplomacia y
menos guerras, vaya.
Sin embargo pongo la palabra batalla en el título. En
realidad me refiero a la batalla interna que tenemos todos los padres: “¿le
digo algo o hago como que no he visto nada?” Es la batalla entre: “Madre mía la
que va a liar” y “no puedo con otra rabieta más.”
La probabilidad de
que aparezca una rabieta es directamente proporcional al número de “noes” que
ha estado escuchando el niño durante el día. Es decir, si reducimos al
máximo las veces que le decimos que no, es más probable que haya una mejor
convivencia en casa y que, cuando le decimos que no a algo, realmente nos haga
caso.
La probabilidad de que aparezca una rabieta es directamente proporcional al número de “noes” que ha estado escuchando el niño durante el día.
Ojo que digo más probable, no que sea así siempre. Todos
tenemos derecho a tener un mal día, incluidos los niños.
Así pues, hay que perder algunas batallas para ganar “la
guerra de la convivencia”. ¿Cuáles escogemos para el sacrificio de “mirar para
otro lado”?
En realidad, es más fácil decir en cuáles hay que insistir:
todas aquellas que pongan en peligro la seguridad y/o la salud de tu hijo o de
cualquier otra persona. O todas aquellas que ponen en peligro algún objeto
valioso de la casa.
Por ejemplo: la silla del coche, lavarse los dientes, tirar
piedras desde la ventana a los coches, lavar el móvil en el bidé, etc.
Un truco infalible para saber si es una batalla que merece
la pena perder es responder a esta pregunta: ¿qué pasa si le dejo hacer? Veamos algunas posibles respuestas.
“Nada”. Si ésta es tu respuesta, entonces ten por seguro que
no vale la pena la lucha. Cierra los ojos y relájate. Es tu momento.
“Me van a mirar mal”. El problema lo tienes tú y tu sentido
del ridículo pero de eso tu hijo no tiene la culpa. Si lo peor que puede pasar
es que te miren mal, entonces sería un gasto inútil de energía comenzar una
lucha.
“Se va a enfadar” A veces vemos que está intentando algo que
sabemos que es muy complicado para él. Bueno, pero fui tu hijo y no tú el que
eligió intentarlo así que ¿problema hay? Sería una frustración natural que le
va a ayudar a crecer. En cualquier caso, si quieres intervenir, podrías hacerlo
poco a poco con un discreto “¿necesitas ayuda?”
“Se va a manchar/va a mancharlo todo” Vale, ¿y qué pasa si
se mancha? Probablemente responderás con alguna frase de las anteriores así que
busca la tuya y disfruta del momento. La ropa se lava y las personas también.
“Que luego me tocará a mi arreglarlo” Bueno, aquí tendrías
que valorar cuánta energía vas a invertir en arreglarlo y cuánta en evitar el
estropicio. Te digo yo que a la larga es menos costoso arreglar las
consecuencias que lidiar con rabietas continuas. Además, siempre le puedes
pedir ayuda y será una buena manera de aprender que los actos tienen
consecuencias.
Respuestas puede haber miles pero seguro que casi todas
encajan en alguna de estas cinco categorías.
La idea es comprender que en realidad, perder estas batallas es una
forma de ganar todos. Ellos ganan en autonomía y vosotros ganáis un rato de
tranquilidad y un ahorro de energía para aquellas batallas por las que sí hay
que insistir.
No es fácil tomar estas decisiones en el momento, lo más
sencillo es soltar por la boca el NO y, sin comerlo ni beberlo, nos vemos
metidos en una espiral de gritos y llantos de la que es muy difícil salir.
Por eso hay que reflexionar y aprender que “una retirada a
tiempo” es una victoria para todos.
¿Vosotros sois más de mirar para otro lado o de los que vais
con el NO por bandera?
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Totalmente de acuerdo contigo, de hecho justo hablábamos de esto la semana pasada. A veces nos empeñamos en cosas que son absurdas y no pasa absolutamente nada por dejarles hacer.
ResponderEliminarEs el miedo a "romper las reglas" de esto se hace así y no asá. Pero bueno, aquí estamos para aprender XD
EliminarA mí me gustó mucho una propuesta que vi en un blog sobre paternidad basado en los talleres de Vicki Hoefle. Decía que cambiaba los "no" por los "sí, siempre y cuando..." (yes, as long as). Por ejemplo: "¿puedo ver la tele?" "Sí, siempre y cuando hagas tus deberes primero". Es para niños más mayores, pero me pareció una buena forma de reformular. ¡Buen post! :)
ResponderEliminarPara niños pequeños como M funciona muy bien el: claro que vamos a hacer tal cosa, por la mañana/después de vestirnos, etc.
EliminarYo aún tengo conmigo misma estas batallas. Y mis preguntas son: sangrará? Y a partir de ahí analizo si incumple mis tres básicos: estudiar, higiene, respeto. Si todo es NO, pués respiro hondo, me santifico y espero que no sea muy grave el resultado, jajajaja.
ResponderEliminarjajaja, tu pregunta interna sí que es gore XD imagino que con la edad del niño nos vamos relajando en ese sentido
EliminarYo he ido cambiando poco a poco y lo sigo haciendo. Intento cada vez decirle menos la palabra "no". Uso mucho el por favor, "por favor, deja eso, que te puedes hacer daño". No sé si viene siendo un no encubierto y, por lo tanto, trampa. Pero lo hago por introducirle el "por favor" y que vaya aprendiendo a usarlo (el "gracias" que le digo siempre que me da algo o me hace caso ya lo tiene controladísimo y lo usa él también). Reconozco que todavía uso el "no" más de lo que me gustaría, pero creo que mucho menos que al principio. Estoy "desintoxicándome" poco a poco. Quien lo lleva peor es el papi, él no para... Y eso que ya lo hemos hablado mil veces...
ResponderEliminarDecir gracias en vez de muy bien es una idea genial, al fin y al cabo cuando un adulto nos hace un favor le damos las gracias y no lo felicitamos.
EliminarCambiar el no es muy complicado porque hay que luchar contra la tendencia interna a hacer las cosas de una determinada manera.
Totalmente de acuerdo, y aunque reducir el número de "No" cuesta, si lo pensamos bien la mayoría de las veces la acción que el niño está realizando no es tan dramática como nosotros pensamos. Reconozco que en casa la qué más utiliza el "no" soy yo, el padre lo deja experimentar más, y es algo en lo que debo trabajar ya qué muchas veces me he percatado que cosas que intenta hacer es una manera de imitación que no conlleva un desenlace tan desastroso como yo pensaba.
ResponderEliminarUn truco es contar hasta tres antes de decir que no. Suele funcionar porque si la situación no es peligrosa, ya le habrá dado tiempo a hacerla y el no ya no tendría sentido :)
EliminarMira, yo soy la despreocupada que deja a mi bichilla hacer todo lo que quiera si no hay peligro mortal, y lo único que me dicen es que así la estoy criando asalvajada y que en cuanto empiece a ir al colegio me la van a devolver por incivilizada. Ya no sé qué pensar. Claro que digo que no muchas veces a lo largo del día,pero por tontadas no. Y que me coja el móvil o que aporree la pantalla de la tele no me quita el sueño. Pero su padre ¡ese sufre por todo! La niña tiene pocas rabietas, pero ahora que lo dices, son más frecuentes cuando está con él. ¡Seguro que es por ser un mandón prohíbe todo!
ResponderEliminarUna cosa es no decir que NO nunca y otra es limitarlo. Yo creo que sí que hay que decir que no, pero muchas menos veces de lo que la gente se piensa. Lo de las rabietas, ten por seguro que es por las limitaciones que se le ponen, sobre todo cuando en otro momento no las tiene ¿por qué ahora no puede hacer algo y antes sí? Normal que se enfade ;)
EliminarA mí se me sigue escapando mucho el no, pero creo que he aprendido a discriminar bastante bien y a responderme antes de nada a esa pregunta que comentabas antes de dar las posibles respuestas ;)
ResponderEliminarA veces el No es como Lucky Luke, más rápido que su sombra XD
EliminarHola,
ResponderEliminarYo uso mucho el 'cuidado!' porque he detectado k funciona mejor, me hace más caso!
Sí, además tiene más sentido. Nosotros utilizamos también la coletilla "es peligroso" cuando se nos escapa un NO
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