Cuando pensaba que ya lo tenía superado,
parece que el fantasma de la culpa ataca de nuevo: la sensación de no estar
dando todo lo que debería por mi hijo, de no poder llegar a todo y por ello ser
la culpable de todos los sufrimientos de M, pasados , presentes y futuros.
A nivel racional os podría decir que sé que
esto no es verdad, que yo no tengo la culpa de nada (como mucho asumo
responsabilidades, no culpas). Pero en realidad este sentimiento no funciona a
un nivel racional cuando ataca a una madre sino que es algo más profundo y
visceral.
Conseguir que el sentimiento de culpa
desaparezca no es nada fácil, por no decir imposible pero sí es verdad que hay
ciertas estrategias que ayudan a convivir con esta sensación o que ayudan
incluso a mitigarla de una manera bastante eficaz. Son tareas que a un nivel
lógico pueden parecer absurdas pero es que no están dirigidas a la parte
racional de las personas sino a su parte más emocional que no se rige por las
mismas reglas de la lógica.
Carta de agradecimiento a la culpa
Digamos que tienes que despedir a alguien,
¿cómo lo harías? Pues la mejor forma de hacerlo es primero alabar y agradecer los servicios
prestados y segundo plantearle que ya no necesitas que siga trabajando para ti.
Podría ser algo así: “Querida culpa, muchas gracias por hacer que me pusiera las
pilas y empezara a (….) me has ayudado mucho pero en estos momentos creo que
puedo seguir haciendo esto yo sola me he dado cuenta de que ya no te necesito
más.
¿Por qué aparece este sentimiento? Alguna
utilidad tiene que tener para una madre el sentirse culpable por todo lo que
hace o deja de hacer. La naturaleza no es tan absurda como para generar un
sentimiento que no cumpla ninguna función.
Así que antes de nada hay que plantearse ¿qué
estoy haciendo diferente porque me
siento culpable? Puede ser desde
aprender a cocinar para que mi hijo no viva a base de pasta con tomate, leer
mucho sobre crianza, dejar de decir palabrotas o incluso aguantar el dolor de
una lactancia complicada.
Externalizar la culpa
Siempre describimos a la culpa como una carga
que nos pesa por dentro. Pues bien, aprovechemos esta imagen para hacerla
realidad.
Lo que hay que hacer es buscar una piedra de
un tamaño lo suficientemente grande como para que notemos que la llevamos
encima pero no tanto como para que nos impida andar. Esa piedra será nuestra
carga de culpabilidad, debemos llevarla siempre con nosotros hasta que
decidamos deshacernos de ella.
Simplemente un día, después de llevar la
piedra durante un tiempo, seremos capaces de tirarla al mar o a la basura.
Hacer penitencia
Si te sientes culpable es que algo habrás
hecho mal. El juez de tu cabeza te ha declarado culpable y como todo buen
prisionero, debes cumplir una condena .
Es decir, tienes que determinar el tipo de
castigo y su duración: no vas a condenarte a cadena perpetua.
Tiene que ser algo que realmente te cueste
hacer y que no tenga ningún tipo de beneficio para ti. Por ejemplo, comer todos
los días durante un mes un poco de hígado cuando es una comida que no soportas.
Una vez cumplida la condena, ya estarás libre y podrás continuar con tu vida.
La reducción al absurdo
Si con cada cosa que haces no puedes evitar
sentirte culpable y no puedes evitar los pensamientos sobre las terribles
consecuencias que pueden tener tus actos, te invito a que hagas lo siguiente:
Lleves esos pensamientos hasta el extremo más catastrófico que existe hasta que
te parezcan absurdos.
Por ejemplo: si te vas un día de cena y dejas
a tu hijo a cargo de su padre, y te sientes culpable por ello empieza a imaginarte
a tu hijo ya de adulto como un vagabundo en la calle buscando algo de comida
caliente para cenar y que acabó así porque una noche su madre se fue de juerga.
La caja de los comentarios
Este ejercicio ayuda para cuando ya hayas
hecho los ejercicios anteriores (o alguno de ellos) y no sientas tanta culpa
dentro de ti pero sin embargo recibes muchos comentarios de gente dirigidos a que
vuelvas a sentirte culpable.
Lo que tienes que hacer es coger una caja y
varios trozos de papel. En cada trozo irás anotando todos los comentarios de
los demás que te hacen sentir culpable, con nombre y apellidos del autor de la
frase. Una vez que la caja esté llena, o que ya consideres que no necesitas
más, la cierras y la metes en un sobre donde anotas en el remite la dirección y
el nombre de todas las personas que te han dicho algo que ha acabado en la caja.
Lo cierras y escribes en grande: “devolver al remitente” Luego puedes hacer lo
que quieras con la caja, quemarla, tirarla o guardarla.
Lo sé, es una especie de “rebota y explota”
más elaborado pero como dije al principio, las leyes de la lógica no se aplican
a los sentimientos. Juegan en otra liga.
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Creo que necesito urgentemente hacer lo de la caja de los comentarios. Llevo mucho tiempo sintiéndome tal y como describes :-( Parece que maternidad y culpabilidad van irremediablemente unidas.
ResponderEliminarSi, es algo que ha conseguido la sociedad a base de años de duro trabajo desprestigiando el hecho de ser madres
EliminarLo de echarle la culpa a otro ¿es poco útil verdad?
ResponderEliminarOye, pues igual funciona y yo siempre digo que sí algo funciona, sigue haciéndolo XD
EliminarCuánta razón tienes en que la culpa nos ancla al sufrimiento constante de la maternidad. Y oye, que no a la paternidad, o al menos no del mismo modo.
ResponderEliminarY es que incluso cuando un día festivo en el trabajo tengo que dejar a mi hijo en el colegio pienso "pobrete, y yo de recados" como si me fuera a un balneario a darme la gran vida mientras él "sufre" en el colegio, jajajaja.
Gracias por tus consejos y esta sabie reflexión.
No, claro los padres están libres de pecado en la crianza del hijo. A poco que hagan ya son unos "padrazos"
EliminarSoy demasiado racional y creo que no me sentiría muy cómoda poniendo en práctica algunos de estos consejos tan emocionales y lo de la penitencia en concreto no lo veo nada tía, me suena un poco a terapia de aversión... Yo creo que precisamente hay que evitar flagelarse por estas cosas, ¿no? Vamos no sé, lo digo desde la más completa ignorancia, pero pienso que si estamos en contra de castigar a nuestros hijos, ¿por qué vamos a castigarnos nosotros? Yo creo que así mandamos un mensaje un poco extraño, la verdad.
ResponderEliminarBesotes!
Cada uno se maneja como puede, lo que ocurre es que a veces la culpa es tan visceral que por muchos argumentos racionales que haya, no se va.
EliminarSobre el tema del castigo, entiendo lo que dices pero como digo, no son lógicas las tareas que propongo. En el caso del castigo, pueden pasar dos cosas: o bien lo cumples a rajatabla y "te liberas" o te sientes tan idiota haciendo el castigo que lo dejas (y también e empiezas a sentirte idiota por sentirte culpable). En cualquiera de los dos casos, la culpa desaparece
Me van a venir de perlas!!!!
ResponderEliminarPor mi culpa, por mi gran culpa... Dichosa educación cristiana!!!
jajaja, pues sí, imagino que la culpa vendrá de ahí para la mayoría de las personas
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