Si la semana pasada os contaba que la sensación de falta decontrol sobre la propia vida era un caldo de cultivo para caer en una
depresión, hoy os quiero hablar del extremo opuesto: el exceso de control.
En realidad son las dos caras de una misma moneda, ambas
reacciones son fruto de un cambio brusco en tu vida que es la llegada de un
niño.
El exceso de control no es más que una reacción de miedo a
que ocurra lo peor si algo no pasa por nuestro filtro.
Tener miedo es normal, no conozco ninguna madre (ni ningún
padre) que no sintiera un poquito de pánico cuando coge a su bebé en brazos por
primera vez.
Miedo a que algo malo le pase a tu bebé, miedo a no ser
buena madre, miedo a no querer a tu hijo, miedo a cambiar demasiado o demasiado
poco.
Sentir miedo es inevitable pero lo que sí puedes manejar es
lo que vas a hacer con ese miedo.
Puedes dejarte llevar por el pánico y caer en la
desesperación, puedes intentar evitar ese sentimiento mediante un control
excesivo…o puedes aprender a vivir con miedo.
¿Cómo saber que estamos controlando demasiado?
Es un línea delgada la que separa un control sano y adecuado
en tu vida de uno excesivo. Sin embargo, existen algunas señales que te pueden
indicar que te estás pasando de la raya:
- Te sientes agotada pero todavía tienes miles de tareas pendientes.
- Piensas continuamente: “Si yo no lo hago, no lo hará nadie.”
- Tu hijo te dice a menudo: “yo solo” pero no le haces caso.
- Dices (o piensas): “Ya lo hago yo que así acabo antes.”
¿Te identificas con alguna de estas frases? Por supuesto,
con cuantas más sientas como propias, más es el grado de control que estás
ejerciendo.
¿Qué puede ocurrir si mantienes un control excesivo en tu vida?
Que te agotes. Controlarlo todo implica un gasto de energía
muy importante. El agotamiento puede llevarte a la otra cara de la moneda: la
de la desesperación y el abatimiento.
Que te mientan. Sí, tu familia empieza a temer lo que pueda
pasar si te enteras de ciertas cosas y empiezan a ocultártelas en principio
“para no preocuparte más”. Lo hacen con buena intención pero ¿de verdad quieres
que piensen que necesitan mentirte?
Que se “rebelen”. Sobre todo tu bebé. Llegará un momento en
que quiera hacer las cosas solo (vestirse, comer, lavarse, etc.). Si no se lo
permites, podréis caer en una espiral de rabietas y enfados importantes.
Ninguna es una situación agradable ¿verdad? Pues en realidad
esto no es lo peor que puede pasar pero no quiero escribirlo para que la gente no
entre en pánico, ya que “lo peor” son casos muy puntuales y aislados donde
también se dan otros factores que no vienen al caso.
¿Qué podemos hacer para evitar caer en un hipercontrol?
Lactancia materna. Pues sí, como lo oyes, dar el pecho ayuda
a no ser una madre hipercontroladora (he dicho ayuda, no que lo evite). Dar el
pecho significa que te tienes que fiar de tu bebé para comer. No sabrás nunca
exactamente cuanto come así que tendrás que aprender a vivir con esa
incertidumbre.
Delega. Delegar significa dejar que los otros hagan las
cosas a su manera. Así que cuando el padre de la criatura esté bañando a su
hijo, mejor no mires cómo lo hace y así evitas saber si le ha limpiado o no las
orejas.
Renuncia, pero con criterio. Ser madre es renunciar a muchas
cosas, al menos de manera temporal. Aparca lo superfluo por un momento. ¿cómo puedes saber qué es lo
superfluo? Simplemente piensa “¿qué es lo peor que podría pasar?” Si la
respuesta no es muerte y destrucción, ni algo que te genere una ansiedad de 10,
puedes empezar por ceder el control en esa situación.
No se trata de blanco o negro, la vida está llena de matices
grises. Tener cierto grado de control sobre tu vida es bueno, pero su exceso o
su defecto pueden llevar al desastre.
¿Qué pensáis? ¿Qué os ayuda a ceder el control?
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Lo de incluir la lactancia materna me ha encantado. Dar el pecho (y BLW) es una terapia fenomenal para confiar plenamente en nuestro bebé. Yo, que he sido siempre la reina del orden y el control, estoy muy sorprendida conmigo misma desde que nació Mara :-) ¡Lo que me ha cambiado!
ResponderEliminarjajaja, muchas gracias. La verdad es que estuve pensándolo bastante porque no había leído nunca nada de esto sobre la lactancia pero en realidad es un excelente ejercicio de "ceder el control"
EliminarTienes razón, hay toda una escala de grises. Yo he aprendido a relajarme un poco al ser madre y con la lactancia materna, pero porque he delgado prácticamente toda la casa en mi marido. Que veo que algo no está hecho como yo lo haría, pues bueno, pero por lo menos está hecho. Hace años hubiera ardido Troya!!!
ResponderEliminarUn beso
Yo el primer mes de vida de M no pisé la cocina. Literalmente. poco a poco estamos volviendo a un equilibrio en las tareas domésticas pero creo que ahora nos repartimos mejor que antes porque yo ya no "dirijo" la operación limpieza.
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